Dado que el dolor es subjetivo, la recolección de datos relacionados con el dolor constituye la principal evaluación, luego la exploración y las pruebas complementarias permiten conocer mejor el síndrome doloroso.
Natalia Gennaro, ginecóloga experta en cirugía laparoscópica y suelo pélvico.
· Evaluación basal y periódica de la intensidad.
· Historia clínica detallada inicial que incluya: cronología del inicio y la progresión, naturaleza, foco de dolor percibido e irradiación, factores que empeoran o alivian el dolor y síntomas acompañantes.
· Preguntas acerca de pensamientos, emociones y comportamiento relacionados con el dolor.
· Exploración meticulosa, no sólo de la zona dolorosa, sino de todo el paciente, sobre todo de los sistemas osteomuscular y nervioso.
· Pruebas complementarias para identificar síndromes bien definidos.
· Revisión periódica del proceso según proceda y de su respuesta a las intervenciones.
Dentro del dolor pélvico crónico, algunos procesos han sido ‘bien definidos’ y es muy importante identificarlos y tratarlos mediante una estrategia basada en pruebas científicas, por ejemplo, la neuralgia del nervio pudendo, cistitis intersticial, endometriosis. Pero en muchos casos (30%) no encontraremos la lesión en el sitio de dolor, sino que el mecanismo implicado es la sensibilización central neuroaxial.
El tratamiento está destinado al tratamiento de la causa cuando la encontramos. Así puede ser tratamiento médico que incluya cambio de hábitos, fisioterapia, electroestimulación, medicinas o cirugía. En casos complejos se requiere tratamiento multidisciplinar entre ginecólogos, urólogos, traumatólogos, psiquiatras, psicólogos, fisioterapeutas, y anestesistas especialistas en dolor.